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EL PRESO

Actualizado: 25 ene 2021

Por: Juan Daniel Correa Salazar

@juandanielcorrea

@musica_creativa_de_colombia

13 de agosto de 2020


¿Somos libres? Vaya uno a saber.

Nelson Mandela estuvo 27 años recluido en diferentes prisiones de Sudáfrica y le dejó a este mundo uno de los legados de libertad más notorios que se conocen.

Edmundo Dantés, tras su injusta detención en el tenebroso Château d'If de Marsella, escapó cinematográficamente – antes del cine, por supuesto; tal vez fue él quien le dio origen a la palabra – para convertirse en el extraordinario Conde de Monte Cristo, y cobrar venganza.

En estos días un personaje colombiano, el más famoso de la historia reciente, se encuentra confinado en su finca. Todo un territorio. Tiene más autonomía de movimiento que la mayoría de los ciudadanos de a pie en cualquier ciudad de este país e, incluso, del mundo me atrevería a aseverar, considerando los tiempos pandémicos que vivimos. Que si debería estar privado de la libertad o no, eso no nos compete. Que qué va a pasar con él, tampoco. Tal vez salga de su aislamiento directo a un calabozo; o quizás, como Mandela, vuelva a sentarse en la silla presidencial.

Hay demasiadas personas que merecen estar detrás de las rejas y andan como si nada pavoneándose por ahí en la calle, o escondidos en un monte, o protegidos por algún gobierno corrupto.


¡Hay muchos reclusos que deberían estar libres!

El resto del planeta, en este 2020, se encuentra semiconfinado, según normas, decretos o actitudes personales. El coronavirus cercó al mundo: los humanos estamos en cautiverio. ¿Lo merecemos? Vaya uno a saber.

Y, claro, están aquellos – no pocos – que se creen totalmente soberanos y, en realidad, son esclavos de creencias, dogmas y cultos. Su vida en esta tierra es prestada; sólo serán libres una vez ardan sus cuerpos.

Estas líneas se encuentran por encima – o por debajo – de religiones y política. Lo que pasa es que necesitamos a las dos para explicar lo que viene a continuación.


En un excelente artículo de Radio Nacional de Colombia, cuyo título es clave para el cuento: “El Preso”: La historia de un himno salsero a la libertad, el gran Fruko se expresa así:

Cuando hablamos científicamente, esta es una canción judaica. Nosotros los latinos estamos acostumbrados a que mientras más duela mejor, entonces esa canción se hizo con todo el dolor, pero con todo el ritmo, para traer la alegría bailando en medio de una noticia triste y dura, porque estar sometido a la prisión, así sea una hora, es desesperante. Entonces aquí hay una liberación, por eso le llamamos plegaria para llegar a la comunión del hombre con la sociedad. Es una canción que tiene una explicación muy profunda y por eso le impacta a todo el mundo

¡Ay Dios!

Qué Wilson “Saoko” Manyoma cante, mientras nosotros cavilamos, ¡Y bailamos!:

¡Qué delicia! y ¡Qué locura!

El himno salsero me acuerda de un momento inolvidable que bien puede resumir por qué esta columna se llama el gomelo champetúo:

Ahí estoy, selfiandome (verbo de gomelería absoluta) con Charles “El King” de la Champeta y nuestro ídolo: el maestro Fruko. Lindo. La escena tuvo lugar en 2018 en la primera edición del espléndido festival La Magdalena Fest en Honda, Tolima. En este 2020 el acontecimiento – como todos – también estuvo “encarcelado”; debió llevarse a cabo desde la prisión del irónicamente denominado Formato LIVE.

Si la patria y el altísimo me dan libertad, cuenten con que me uniré a la fiesta en vivo y en directo en la histórica “Ciudad de los Puentes” en 2021, posiblemente con distanciamiento social; y en 2022 bailando "apambichao con una negra bien sabrosa", como dice la canción (El Negrito del Batey).

Para ello, trataré de comportarme. Sé que, aunque no sea tan cierto eso de que “quién la hace, la paga” y que, en demasiadas ocasiones, es precisamente quien la hace el que no la paga; seguramente hay muchas más posibilidades de que me pierda la oportunidad de gozar en Honda si actúo como el inmortal protagonista de la canción a la que dio vida el “cantante de cantantes”:

¡Qué video!, en el sentido más gomelo y más champetuo de la palabra.

Señoras y señores, niñas y niños: ¡La música nos hace libres!


​​

Continúen en sintonía con la playlist del Gomelo Champetuo:

Vean el concierto #OrgulloDeSer

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