Por: Pedro Felipe Ortiz Bravo
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@pfelipeortizb
Advertir la función pendular del deseo
en el tránsito de las turbaciones
y hacer de fonógrafo de la naturaleza
para darle la vuelta al papiro,
para hacer del triángulo rosa con el que te
señalaron,
una estructura sólida,
una fuente inagotable de colores.
Hemos de destruir el planteamiento
absolutorio.
Hemos de transformar el majadero
espacio de culto
que se adhiere como un punto y coma a
un palo de rosa
y decide, antes de extinguirse,
liberar su aceite esencial
y dejarnos el maquillaje
que adornaba sus hojas.
Convertido en testigo desvalido,
acompaño a las flores en su descenso;
y acompaño a la corteza;
y acompaño al tallo;
y al perfume,
que en la destilación de las virutas,
se aglutinó en el aire.
Si el cuenco por donde transitan las ideas
no fuese tan abstracto, tan grisáceo;
si el campo de malvaviscos en el que
crecemos
tuviese más goma arábiga y menos
espigas;
si en nuestra tierra cayeran más copos de
nieve
y menos bombas de hielo;
si el envase soluble con esencia de
gelatina
fuese algo más que un relato del polvo en
el que nos convertiríamos;
si ser único no tuviese contradicción...
He decidido, al menos hoy,
guardar un resto de mí.
He decidido, al menos hoy,
beber un poco de agua
en las construcciones metafóricas
y dispersar, orgulloso, mis semillas aladas.
Sé que mi crecimiento es lento,
pero,
hoy,
voy a dejar
que el capullo de seda
de mis últimas creaciones
se haga mariposa.
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