Por: Juan Daniel Correa Salazar
@juandanielcorrea
@musica_creativa_de_colombia
8 de septiembre de 2020
Es una fortuna poder contar esta historia en primera persona.
La foto de la portada la tomó Joaquín Sarmiento en Tumaco en el 2010. Personaje fundamental en este “espeluque”. Y ciudad increíble en el Pacífico colombiano, departamento de Nariño, hasta donde hemos llegado con la Champeta, al otro extremo de la geografía tropical donde nació y creció Carlos Reyes Altamar, nombre de pila de nuestro protagonista.
Mi camino, como su canción, dio un giro de 350 grados el día en el que lo conocí. La de él, también. Desde entonces, vamos como “Pinky y Cerebro, tratando de conquistar el mundo”.
Empezaba el año 2006 y a Colombia llegaba uno de los acontecimientos culturales más impresionantes, el Hay Festival. Premios Nobel, leyendas de la música y escritores con los más altos pergaminos se daban cita para discutir sobre lo divino y lo humano. Le pedí a la universidad para la que trabajaba que me enviara al evento a instruirme. El Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), que siempre ha confiado en mis ocurrencias académicas, accedió y a Cartagena fui a dar. Quería ver a Bob Geldof en concierto, conocer a Enrique Vila-Matas o Vikram Seth, y soñaba con estrecharle la mano a Roberto Fontanarrosa o al mismísimo “Gabo”.
Ya llevaba algún tiempo prendado al ritmo. Joaco, el fotógrafo, me metió en este cuento champetuo del que ya nunca más salimos ninguno de los dos. Por mera curiosidad comencé a hacer contactos en Cartagena; quería dar con Mr Black o El Sayayin o el Afinaito; el destino quiso que fuera Charles King el primer pez que mordiera el anzuelo. Así que aproveché el viaje al Hay Festival para citarme con la estrella de la Champeta. No sé si reír o llorar; aquel encuentro tendría un tinte decisivo.
¿Quién iba a pensar que una década después Charles King, junto con sus grandes – en todos los sentidos – compañeros, Louis Towers “El Rasta” y Viviano Torres “Ane Swing”, Los Reyes de la Champeta, iban a cerrar con boletería agotada la décima edición del festival en el emblemático Teatro Adolfo Mejía?
Ahí estamos felices viendo cómo la Champeta conquista corazones y crece. La imagen es tomada de la nota de El Heraldo "No es criolla ni es urbana, solo es champeta", cuyo título muy bien describe al fenómeno caribeño.
¡Así fue! Desde ese 2006 del primer Hay Festival hemos dado vueltas sin cesar y llegado a lugares – reales y metafísicos – de la más variada índole.
Es increíble, no sé qué tenga, sobre todo con las mujeres, pero, el “Chocho” de Charles King rompe cualquier discoteca, teatro, festival o lupanar; es un fenómeno. Hace unos días se estrenó el videolyric oficial de la canción que gira, gira y sigue girando. Música para disfrutar, gozar, CANTAR y compartir:
Charles la canta sin pudor, feliz y a conciencia:
Hoy le pregunto, ¿usted por qué le canta al “chocho”?:
¡Ay hombe!, la verdad es que yo le canto para rendirle un tributo a esa divinidad que hace posible la existencia del ser humano…
…también es gozo y es placer así muchos no lo miren con este sentir; pero igual disfrutan de él; se avergüenzan de lo que consideran que es “feo” pero para mí es lo más lindo; es todo lo que el hombre requiere para sentirse feliz
¡Verdad! El “Chocho” es alegría total; y, en definitiva, nos tiene aquí.
La canción compuesta por Emiliano Veleño y producida por Antony Ibarra, de las únicas que Charles interpreta no siendo de su autoría, es mágica. Inmortal.
Hace unos días escribí en mi columna, El gomelo champetúo: sin pelos en la lengua:
Lo que más me gusta de la Champeta es su franqueza; su literalidad. Incluyendo, por supuesto, el “doble sentido” que ha adornado desde sus inicios la historia de la música. Las buenas composiciones de este enardecido ritmo son un fiel reflejo de la sociedad. Por eso a Charles King lo llaman el “cronista de la Champeta” y comparan sus obras con las del maestro Ruben Blades, en otros géneros y latitudes.
No es para menos: el King es un real camaján de la cultura; es el “león indomable” del fenómeno caribeño. Su prolífica obra raya con el infinito. Yo llevo trabajando con el hombre cerca de 15 años y, aunque he escuchado más de 200 de sus canciones grabadas en estudio, siempre me sorprende él o alguien más con algo perdido, refundido o totalmente nuevo, así como con muchas versiones y sonidos que ni siquiera recuerda el propio “palenquero fino”.
Por lo mismo, esta biografía está viva en todo el sentido de la palabra; seguirá construyéndose en el tiempo.
Lo bueno es que el asunto da para una serie completa. Esta es apenas la primera entrega sobre el King de la Champeta.
No tenemos ningún afán. Aunque nos fascinan, no vivimos de los “likes”. Nos gusta reirnos diciendo que “hay gente rica y famosa; nosotros solo somos famosos”; Charles King lo es desde hace mucho tiempo:
¡Ahí está el cantante de Kazta!, el palenquero fino.
En esa época lo suyo – en paralelo siempre con la CHAMPETA, por supuesto – era el reggae y sus ídolos, igual que los de todos, Bunny Wailer, Peter Tosh y Bob Marley.
Siempre fotogénico y orgulloso estaba a punto de cometer la locura de grabar su primera canción como solista:
La Piraña:
Desde ese 1996, la ciudad de Cartagena está pendiente de todos y cada uno de sus lanzamientos. El “palenquero fino” hace parte integral de la heroica. Es una de sus voces características.
Para él es más fácil decir las cosas cantando. Así apareció a estas tierras y así se irá.
César Ulises Reyes Hernández conoció a Cenobia Altamar Morales en Caracas y la pasión, producto de un romance de dos, tres, cuatro días, derivó en la llegada de uno de los más prolíficos artistas de Colombia. Su cédula reza que fue el 24 de enero de 1967. Nació en Venezuela.
Los dos padres se quedaron viviendo existencias por separado toda la vida en Venezuela; ambos murieron en este cataclísmico 2020. Cenobia hace unos días, el 13 de agosto y César Ulises poco antes, el 15 de Julio. La biografía que están leyendo es un homenaje a estos luceros que iluminan por siempre el firmamento de Charles King:
A los pocos días de nacido cruzó la frontera para siempre. Cenobia no podía hacerse cargo del niño, así que lo llevaron al pueblo de nacimiento de ella: San Pablo, corregimiento del municipio de María la Baja, Bolívar. Por eso los más viejos en Palenque aún lo llaman “San Pablito”. Allá estuvo unos meses para después pisar tierras cartageneras. Fue en el “Mercado” (antes de que se trasladara a Basurto) que quedaba donde hoy se encuentra el Centro de Convenciones, en donde le entregaron a Carlitos a su abuela paterna – y madre de hecho – Celestina Hernández Cañate. Ella se lo llevó a San Basilio de Palenque, histórico enclave de negros cimarrones, cuna del folclor Afro Caribe, donde definitivamente se asentaría y haría historia.
Junto con Francisco Cañate Valdez, Celestina se encargó de criar al artista.
Genio y figura desde que saltaba al río con sus amigos de infancia, tal como lo hacen aún los pequeños en Palenque:
Otra foto de Joaquín Sarmiento que marcó el camino.
Joaco, por allá en el 2003 o 2004, se trajo a Bogotá un CD de “Isla Grande” con los éxitos de la Champeta; así fue como los “rolos gomelos” oímos por primera vez No hay money y Lluvia de Mujeres de Papo Man, La vuelta de Ane Swing, El Liso de Louis Towers, La suegra voladora de Sayayín y El Tatuaje de Charles King:
Esa mujer que yo tengo dice que yo no la quiero
porque nunca me ha visto llorando por ella…
…Cualquiera que la escuchará diría que ella carga mi corazón,
de ronchas tengo un tatuaje
y no lloro por ser varón…
El tatuaje que yo tengo,
de esos chancletazos,
me dejó una roncha marcada en el corazón
Poeta. Siempre le quedará mucho mejor explicarlo cantando que escribiendo e, incluso, que hablando.
La letra, la melodía, el sabor, esa franqueza y esa originalidad nos cautivaron; quedaron para siempre marcados en nuestros corazones.
Su música ha llegado lejos.
El palenquero fino es grande en Estados Unidos y China:
Eso pasó en el 2015 en uno de los viajes a la “Unites”.
La primera vez fue en 2012. Acompaño algunas fotos en la siguiente galería de lo que fue ese histórico viaje tomadas por los protagonistas: Charles King, Franklim Montaño “El tsunami”, Santiago Castaño y este servidor:
En el solsticio de verano, 21 de junio, los artistas y freaks de Nueva York celebran el Mermaid Parade; allá fuimos a dar de pura casualidad. Castaño nos llevó. No tenía ni la menor idea de ese festival; quería hacer unas tomas en el acuario y en la ciudad de hierro; el resultado fue esta maravilla:
Canción que en 2013 llegó al Top Número 1 de Radio Nacional de Colombia y que hace parte del álbum Champeta Fever, una de las obras musicales más relevantes de la música colombiana en este siglo XX. Producido, entre otros, por Richard Blair, “el mago de Inglaterra”, Alejandro Zuleta y Alejandro Morales, el disco ha influenciado a muy diversos músicos y ha vuelto champetúos a miles de escuchas.
En el Arte, como en el ring, es fundamental tener resistencia. Charles King lo sabe muy bien. En su juventud, ya viviendo en las calles de Cartagena, donde junto con otros palenqueros dieron inicio al fenómeno de la Champeta – “género urbano desde el día uno”, enfatiza el rey – se debatía entre la música y el boxeo.
Todo comenzó años antes en el pueblo orgulloso de su gran campeón. A Charles, y a nadie en Palenque, se le olvida aquel 28 de octubre de 1972 cuando Antonio Cervantes “Kid Pambelé” se coronó por primera vez campeón mundial de boxeo, en la categoría welter junior de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). A partir de ese día la fiebre pugilística no pararía de crecer.
De los 12 a los 17 años sus deseos de vida se dividieron en dos: o ser un gran boxeador o una estrella de la canción. Entrenando en el gimnasio del barrio con unos primos, conoció a Ramona Cáceres, tía del legendario “Pambelé” quien vio en Charles a un potencial atleta. Lo apadrinó y comenzó a darle información clave sobre la alimentación y otros detalles básicos para que se convirtiera en un campeón.
Mientras, Charles también bailaba con el grupo Son Palenque, hoy en día conocido como “La universidad de la Champeta”.
Mezclar los dos oficios, se puso peliagudo. En realidad, ambos necesitaban demasiada disciplina, pero, por ejemplo, el boxeo no iba bien con el trasnocho y la fiesta. Quizás Charles hoy sería un retirado pugilista millonario mundialmente reconocido; o, tal vez, hubiese muerto en el cuadrilátero. Nadie nunca lo sabrá. El caso es que, cuando su vocación de artista, como bailarín y cantante, comenzó a hacerse notoria, el joven Reyes tiró definitivamente la toalla y se dedicó a lo suyo, a la Champeta.
Ella, aunque no de manera física por ahora, lo ha llevado incluso a África, la madre tierra. Impresionante:
La tonada es del 2017; la versión original de la Vitamina alcanzó de nuevo el Top número 1 de Radio Nacional ese año. En ella, producida por Manuel Gamboa “El Alguacil”, participa el grandísimo Sargent García. La versión que presentamos en este documento fue realizada en Londres, Inglaterra por el dúo inglés The Busy Twist, quienes le dieron un fenomenal “twist” (giro). No conformes con hacer una remezcla de sus sonidos, los artistas británicos invitaron a participar al cantante ghanés Zongo Abongo, con su dulce voz, en el proyecto. El resultado, una hermosa obra cantada – literalmente – en Cartagena (Colombia), Tema (Ghana) y producida en Londres (Inglaterra).
Charles King, que siempre se preció de haber crecido en el rincón de África en América (San Basilio de Palenque, Colombia) y de llevar al continente negro en su corazón, ahora sabe que esta conexión es real y tangible. Lo mejor de todo: suena a CHAMPETA.
Regresando a esos años originales, el sueño de boxeador quedó en el olvido. Además, el amor acentuaría la decisión de dedicarse a la música: Eva, con la que ha compartido toda su vida, lo conoció, gracias a Malena, su hermana, que también bailaba en Son Palanque. Eso fue por el 83 en el Barrio La María.
Se volvieron inseparables y en 1988 Eva María Echenique, una estrella que brilla con luz propia se casó con Carlos Reyes Altamar en la iglesia de Santa Mónica con Melchor Pérez y Cecilio Torres como únicos testigos.
Eva, definitivamente, le movió el piso:
Otra de las canciones de ese Champeta Fever, afiebrado, romántico y poderoso.
Producto del matrimonio nacieron:
Celestina, estudiosa, juiciosa y soñadora que hoy con 34 años vive en Orlando, Estados Unidos.
Francisco, 32 años, inquieto, poco estudioso y muy relajado que actualmente trabaja como conductor de TransCaribe.
David, “el bebé”, 28 años, más conocido como David “Prince” quien le sigue los pasos a su padre siendo músico, productor y DJ.
Christian con 24 años que estudia Ingeniería de Sistemas en la Universidad Colombia de Cartagena.
Y la pequeña Sunney que recientemente cumplió los 18 años y es el “problemita de la casa” ya que no ha querido acabar sus estudios. Niña mimada y feliz, martirio del Palenquero Fino.
A quienes se suma, Glen Antonio, con 32 años que nació de otra relación con Margarita Cassiani nieta de la cantante de la “Maldita Vieja” (Las Alegres Ambulancias) quien estudia, trabaja y se dedica a temas de Administración Cultural en la Universidad de la Guajira en Riohacha.
Charles King también es un hombre de familia. Todo lo que hace en la vida es para ellos.
Los pasos del champetuo mayor continúan; no paran. Su arte sigue trascendiendo fronteras.
Si hay alguna manifestación que tiene el poder de resistir, esa es la música. En este 2020 golpeado por una sombría pandemia, la Champeta está más firme que nunca y sigue cautivando territorios. Mucho mejor es cuando se afianza desde la raíz. De la mano de Kabra, quien le ha impreso indelebles aires andinos a la creación, el próximo 18 de septiembre saldrá al aire una canción muy especial: El Pum Pum (Qumbre Remix) en la que la música de Charles King conversa, en forma orgánica, con la del artista boliviano para entregarle al público una Champeta profunda, romántica, dulce y melodiosa. Con el fuerte latido del corazón de ambos cantantes, unidos por los pálpitos del reggae, la tonada enamora.
Acá la presentaremos en Bolivia, Colombia, Latinoamérica y el mundo entero, como se debe; con todas las de la ley.
Llegó una carta. Al abrirla (hacer clic) en la siguiente imagen pueden reservar el nuevo éxito del "palenquero fino" en su plataforma favorita. El viernes aterriza.
Por ahora, dejamos el primer capítulo de la biografía brindando con “Neke” de Palenque:
Mientras Shakira triunfaba y ponía muy en alto el género en el SuperBowl 2020, Los Reyes de la Champeta filmaron este video en su pueblo, cantando en idioma palenquero, rescatando las raíces de esta maravilla llamada Champeta.
Sigan en sintonía.
Continuará...
Escuchen la música de Charles King:
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