Por: Nila Rojo
Artista colombiana con demasiado blues en sus venas
@nilarojo_music
6 de agosto de 2020
Si en tiempos de libertad la vida del artista es siempre incierta, la pandemia nos ha acercado a las pendientes del caos. Habrá pasado que algunos de nosotros nos sentimos de vuelta a la adolescencia, sin saber qué hacer y a dónde ir con una guitarra en la mano, además del público, que ahora vibra a través de las pantallas.
Difícil cosa para nosotros, los músicos, sin poder probar ese delicioso vicio que nos envuelve alrededor del "TOQUE".
Recital, audición, sesión, interpretación, función, gala, concierto y todo sinónimo posible de ese momento, en el que compartimos lo que llevamos dentro. Poder tocar el “paraíso” por medio de la música es para todos los artistas una obsesión, el objetivo más íntimo que tenemos desde que empezamos a hacer sonar nuestras primeras notas. Es más bien un delirio de dimensiones apoteósicas asimilado en las dosis de unas cuantas horas de concierto, que hace de esta experiencia algo incomparable. Sin demeritar otras sensaciones, los músicos nos volvemos amantes de las tarimas.
El caso es que la "pandemia", esta situación de película, ha devastado al arte, y los músicos empezamos a sentir el vacío que llega con el aislamiento.
El vacío empieza con la palabra "reinventarse", un desparpajo lingüístico que nos puede producir más nostalgia que motivación. En contextos más favorables, la palabra "reinventarse" me generaría la imagen de una feria, llena de cintas multicolor con palabras bordadas en dorado relacionadas con mil posibilidades distintas para lograr las metas personales, con el aroma dulzón de la auto-motivación y el ambiente silencioso y devastador que podría describir mejor una película de David Lynch.
Ahora, la palabra se convierte en la pesadilla en acción del futuro incierto en el que caemos nosotros, preguntándonos ¿Cómo carajos voy a hacer para empezar a monetizar mi trabajo en redes sociales? ¿Cómo acercarme un poco a la sensación de concierto en vivo? ¿Cómo volver a respirar de la misma forma?
¿Es la virtualidad la respuesta a todos nuestros problemas u otro más que va directo a la canasta pandémica? Es cierto que siendo el primer medio de comunicación que puede viajar en tiempo record a cualquier parte del mundo, es hoy, más que un acceso, un exceso de información del que se valen millones de usuarios para poder desempeñar una identidad dentro del sistema ¿Entonces porque no usarlo?
Todos los procesos tecnológicos en la actualidad nos llevan una y otra vez a la misma conclusión, estamos destinados a vivir en dos mundos, y no podemos hacer nada para evitarlo, es el mundo virtual el que ahora debemos conquistar.
Así que, es tiempo de hallar caminos. Las fronteras digitales son infinitas, y ahora más que nunca hay que seguir trabajando. ¡La música es necesaria! no nos salva de la pandemia, pero hace que el alma sea más fuerte para sobrellevarla. En este infierno dantesco, nosotros llevamos el paraíso.
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