Por: Daniel Correa Senior
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Edición: Juan Daniel Correa Salazar
@juandanielcorrea
@musica_creativa_de_colombia
9 de mayo, 2020
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!!, Gitana:
Willie Colón, ¿De vuelta?, ¿De ida? De para allá y de para acá. Esta aproximación musical nos da licencia para sacar del corazón de Nueva York, al “malo del Bronx”. Composición con aires andaluces de ese exponente excelso del sabor, quien llegara a aseverar que la "Salsa no es un ritmo, es un concepto".
Volvemos, ¿o vamos?, Viña del Mar, Chile, 1982:
Raphael, “el monstruo de Linares”, Jaén, vecino a Andalucía, se trae un joropo de Venezuela y lo empaca para el legendario festival en la costa chilena. Faena andaluza de danza con capa y puntillas:
Canoero del río Arauca,
pásame pal otro lao’,
que me viene persiguiendo un gavilán colorao’
Flamenco de ida y vuelta. Hace una escala en el malecón del río Bósforo; suena desde Estambul, con amor:
¡Gitanos hay en todo el mundo!
Algo de ellos también habrá en mí. La primera vez que visité Madrid, por el año 85, salí del hotel en la Plaza de España, me monté en el metro para bajarme en la estación Cibeles. Eché a andar por el Paseo del Prado, buscando el museo. Cuando ya me sentía perdido, salió de un edificio una jovencita:
- Por favor, sabe usted, ¿dónde encuentro el Museo de Prado?
- Sí – me contestó – Ahí lo tiene, en frente suyo.
Tarde o temprano, de una manera u otra, logro lo que me propongo. Le di las gracias y aproveché para enterarme que vivía ahí, en el piso 3.
- Ah, claro, debe pasársela en el museo.
- Pues, vea usted, nunca he ido.
- ¿Nunca?, le dije con gran sorpresa, ¿Por qué?
- ¡Es que soy de la cultura de la noche!
La respuesta me dejó frío. No le noté exceso de colorete, ni falda demasiado corta; simplemente, pertenecía a otra cultura: la de las veladas en Chueca, al compás de Queen, Mocedades, Peret; era la época de “Colegiala” de Rodolfo Aycardi, que estaba haciendo furor en París, en el metro, en los parques, en las discotecas. Hoy o hace algún tiempo será la cultura del reggaetón; y, también la de la Champeta, que, con mi hijo Juan Daniel, va por el mundo de ida y vuelta, desde San Basilio de Palenque:
Ñeke, elixir de deidades palenqueras. La música embriaga, por eso sigo yendo y viniendo. Poniendo a dialogar a los ritmos y las culturas. Es que, como la Terapia (el baile de la Champeta), la danza flamenca se mete en lo profundo del alma. Lo hizo con sus requiebres, con el juego de las cinturas, la alegría y el salero en los arrabales de Buenos Aires, ¿o fue más bien de venida desde Granada?, ¿En las tabernas de Arenales?, ¿al lado de La Plaza de Toros de la Maestranza, en Sevilla? ¿Se podrá saber?: Se desgarran las vestiduras los puristas:
¡Flamenco en todas partes!
A “Camarón” le hubiera gustado tocar la guitarra y a “Paco” haber sido cantaor. El destino los unió para el cante y la guitarra, de ida y de vuelta; ¡Qué espíritu el de estos gigantes!:
A lomo de mi caballo, por la orilla del mar. Hay que dejarlos soñar que es también una manera de ir y de venir por bulerías, por peteneras, por tangos, por cumbias, por rumbas, con la voz y las cuerdas sublimes.
Maestros.
Fin de la segunda parte.
Lean también: Flamenco de ida y vuelta (parte 1) y Flamenco de ida y vuelta (Parte 3)
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