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EL NIÑO PICASSO

Actualizado: 25 ene 2021

Por: Juan Daniel Correa Salazar

@juandanielcorrea

@musica_creativa_de_colombia

Imagen: ElPais.com

24 de septiembre de 2020

“Me tomó cuatro años pintar como Rafael,

pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”

(Pablo Picasso)


Hace 115 años Picasso pintó esta maravilla, El muchacho con pipa:

Imagen: Noelkin.com


Su paleta se tornaba rosa, tras cuatro años de angustia y desazón azul. La tristeza devenía en melancolía. Estaba a punto de salir de la depresión de las cárceles para mujeres, el cementerio y los sórdidos burdeles; al circo, el cabaret y otros coloridos lupanares donde los payasos y saltimbanquis maquillan su amargura por medio de pinturas de colores, y realizando todo tipo de maromas. En la obra, el muchacho de mirada extraviada, vistiendo un overol azul profundo, fuma flores que estallan en el fondo del lienzo y en la conciencia de los espectadores. Su forma empieza a despedazarse, como el arte y la vida que vendría. Llegarían tiempos aún más oscuros para Europa, para el mundo y para el joven pintor. También llegarían tiempos luminosos. Él no tenía una bola de cristal, así que lo único que podía hacer era mantenerse vivo:

El éxito de los Bee Gees, de 1977, 4 años después de la muerte del pintor español, está más vigente que nunca. A mi me pone a cantar y gozar como un niño; me da ánimos para seguir por el camino; escribiendo, musicalizando y fumando la pipa de flores de mil colores. Esa que volvió a pintar Picasso, décadas después, y que engalana las paredes de uno de los museos más estupendos de Latinoamérica, La Casa de la Moneda de Bogotá:

Imagen: banrepcultural.org


El Hombre sentado con pipa es de 1969 y recrea en forma fehaciente aquellas palabras que en algún momento expresó el maestro: “Me tomó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”. Sí que lo logró hasta el final de sus días. Meses antes de irse para siempre de este mundo, en 1972, pintó el autorretrato que encabeza este escrito. Hasta su más avanzada vejez, entendió la maravilla que es seguir siendo siempre un niño:

Jugar, sorprenderse con cada detalle, soñar. Lo cual, por alguna razón, me recuerda esta hermosa escena, y canción, de la película Manos Sucias y el Grupo Niche:

Estoy que vuelvo al puerto, mi gente. Espérenme que ya llego. Por ahora, sigan manteniéndose vivos disfrutando con todos los colores que entrega el universo.

Esta columna no es en blanco y negro; si ha de imprimirse que sea a cuatro tintas.


Continúen en sintonía con la Playlist del Gomelo Champetuo:



Vean el concierto #OrgulloDeSer

Sigan a Juan Daniel Correa Salazar:





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